Lesión renal o nefropatía.
Cuando se pierde un 90 % de la función renal, la diálisis (filtración de los productos de desecho de la sangre) es necesaria para permanecer con vida. Existen dos tipos de diálisis. En la diálisis peritoneal se requiere un pequeña intervención quirúrgica, mediante la cual se inserta a través de la pared abdominal un tubo de plástico que llega hasta la cavidad peritoneal. Esta cavidad tiene una membrana denominada peritoneo, que actúa a modo de filtro a través del cual pasa la sangre, donde es depurada de productos de desecho. El otro tipo es la hemodiálisis, en la que se inserta una cánula en el brazo, y a través de ésta fluye la sangre, que es filtrada mediante un aparato llamado dializador. No hay que confundir la nefropatía con la neuropatía.El dializador elimina los productos de desecho de la sangre y devuelve la sangre depurada a la circulación.
El trasplante de riñón es una posibilidad para pacientes cuya insuficiencia renal es extrema, aunque en general no se recomienda en personas mayores de 65 años. Los mejores donantes de riñón son los parientes cercanos, si bien se sabe que existe hasta un 80 % de éxitos dos años después del trasplante en personas que han recibido riñones de individuos con quienes no tenían ningún parentesco. Si es sometido a un trasplante de riñón, será preciso que tome fármacos antirrechazo durante el resto de su vida. Si el riñón implantado no funciona o su cuerpo lo rechaza, tendrá la opción de volver a la diálisis o de recibir otro riñón. Una forma más reciente de enfocar el transplante renal fallido es el trasplante de páncreas. Aunque este procedimiento no se lleva a cabo a menudo, es de esperar que las investigaciones actuales y nuevos trasplantes lo conviertan en una posibilidad más asequible.
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